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El oxígeno es un elemento químico que tiene una enorme facilidad para combinarse con otros elementos químicos y dar lugar a diferentes compuestos. Fruto de esa combinación se libera energía, en ocasiones en grandes cantidades, como cuando el oxígeno se combina con madera (“quemando” este material). Pero lo importante es quedarse con la idea de que el oxígeno tiene una gran facilidad para hacer que una materia deje de ser lo que es y se transforme en otra materia, liberando energía en el proceso.
Lo mismo hace con muchos otros elementos químicos y materiales. Por así decirlo, “todo lo quema”, todo lo destruye. Pero no hay tal destrucción sino que se da lugar a otros compuestos químicos.
Entonces, si tienes ese poder de “quemarlo todo”, ¿por qué no nos quema los pulmones, o la piel? Por dos razones. La primera, porque el cuerpo de los seres vivos (¡los actuales!) está preparado para no combinarse mucho con el oxígeno (excepción hecha del hierro de la sangre, que el cuerpo lo utiliza para hacérselo llegar a las bacterias del intestino encargadas de descomponer los alimentos de tal manera que les sirva para alimentarse a las células del cuerpo humano y a las propias bacterias, y para generar la energía necesaria para el movimiento y otras actividades del cuerpo.
Pero hay una segunda razón: el aire que respiramos solo contiene un 21 por ciento de oxígeno, puesto que está mezclado con otros componentes, como el nitrógeno, que está presente en un 78 por ciento, más o menos.
Si, por ejemplo, el aire contuviera un porcentaje de oxígeno del orden del 60 por ciento, en tan solo 24 - 48 horas sufriríamos grandes lesiones pulmonares que derivarían en la muerte. Por tanto, ¡qué a nadie se le ocurra respirar oxígeno puro!
Por cierto, ¿el nitrógeno no nos intoxica? En absoluto. Nuestros pulmones lo desechan. ¿Eso quiere decir que nuestro cuerpo no necesita nitrógeno? Sí que lo necesita, y forma parte de nuestro organismo, e incluso está presente en nuestro ADN. Pero la forma más fácil de obtenerlo es a través de las plantas o de las bacterias. El cuerpo humano casi siempre busca la simplicidad (pero no siempre).
Emilio Muñoz
Curioseando